jueves, 15 de octubre de 2009

Los espíritus tienen aspecto de gente normal


Zahra al-assad, también conocida como Flor, es una persona con una capacidad especial: puede ver el aura, comunicarse con los espíritus, desdoblarse y curar con las manos. Eso por lo menos es lo que asegura.

Aunque realizar esta labor no ha sido fácil, afirma que su misión es ayudar a la gente y por esto debe continuar haciéndolo a través de este poder especial que, dice, ha tenido desde pequeña.

Vive en Medellín con su esposo y sus tres hijos. Por su ascendencia árabe y creencias musulmanas, viste con mantos y asiste a ceremonias de su religión en la ciudad. Acepta todas las creencias por igual y considera que sólo existe un Dios, el mismo que le permite ejercer su don.

Flor sostiene que desde pequeña ve una luz alrededor de las personas, la cual varía su color, y aunque su familia consideraba que estaba loca, más tarde entendió que se trataba del aura, es decir, la energía que rodea a las personas.

Desde ese momento, empezó a comprender el significado de los diferentes colores; por ejemplo, el rojo significa odio o envidia; el rosa, amor; el verde, paz interior y el negro muerte, entre otros. Ve el aura en todas las personas, algo inherente a ella y que, de esta forma, puede conocerlas mejor y ayudarlas con sus problemas.

Cuenta que lo más duro en su niñez fue ver espíritus y que le costó adaptarse, aunque ahora los reconoce como personas normales, cuyo aspecto es igual al de un ser humano, con la única diferencia de que son espíritus, pues sus pies están a 10 o 15 centímetros por encima del suelo.

“Son personas normales, no son blancos ni ensangrentados como se muestran en las películas”, afirma. Manifiesta que los espíritus se comunican a través de ella para enviarles mensajes a sus seres queridos.

En este momento de su vida está segura de que la muerte es sólo otro estado y esto lo trata de explicar a quienes la buscan para hablar con sus seres fallecidos.

¿QUÉ HA SIDO LO MÁS DIFICIL?

“Ante todo soy humana, a veces la gente se olvida de eso”. Para Flor, lo más importante es ayudar, pero muchas veces se aprovechan de ella por los poderes que dice tener.

Afirma que no le gusta cobrar, pero que aún así lo necesita para vivir: “Si tuviera otro trabajo estable no cobraría, pues la gente muchas veces piensa que mediante el dinero me pueden obligar a hacer lo que ellos quieran y yo sólo hago cosas guiadas por Dios”.

Dice que ha tratado de salirse de esa labor, pues las energías malignas que actúan sobre su cuerpo hacen que se enferme o no se sienta bien, pero cada vez que trata de salirse le llega una tarea más grande que no puede evadir.

Advierte que sus poderes no pueden estudiarse pues pertenecen al espíritu y no al cuerpo y sólo quienes pueden verlos pueden constatar su verdad.

OPINIÓN DE LOS EXPERTOS
El teólogo y sacerdote León Villegas R. afirma que toda esta clase de “brujería” no hace más que prestarse para malentendidos, pues debilita y hacer dudar la fe, que siempre debe estar puesta en Dios.

Expresa que si la medicina no acepta esto, mucho menos la Iglesia Católica, ya que no es una fe integral sino una serie de fenómenos paranormales a los que no les encuentra explicación alguna. “El único que sabe el futuro es Dios”, concluye, al dejar en claro su posición al respecto.

Desde el punto de vista médico, el psicólogo Juan Carlos Posada explica que la rama que estudia esta clase de fenómenos es la parapsicología. No obstante, sostiene que de cada 100 casos, 99 se consideran farsantes y estafadores y sólo uno sería posible diagnosticar con un poder especial.

Explica que a estas personas “especiales” se les hacen varias pruebas de laboratorio para ver si realmente tienen capacidades paranormales, pero a pesar de esto no se ha encontrado explicación alguna. A veces se cree que glándulas como la hipófisis, la pituitaria o el timo se encuentran más desarrolladas, lo cual genera que estas personas tengan una mejor percepción, mayor audición o mejor visión.

De manera científica no se ha encontrado una respuesta concreta a estos fenómenos, que incluso son con frecuencia criticados por la psicología, que suele considerarlos más una clase de circo que un poder real.

martes, 19 de mayo de 2009

El duende del aire

Detrás de un pelo castaño ondulado y una piel bronceada por el sol se esconde un hombre de espíritu joven, alma aventurera y corazón valiente. Luis Fernando Cruz Palacio, más conocido como Luisito, es un parapentista de 47 años a quien al conocerlo es inevitable restarle 10 físicos y 10 mentales.
Aunque practica el parapentismo hace 20 años, cada que levanta vuelo parece hacerlo con la emoción que depara la primera vez. La adrenalina le corre por las venas al despegar, pero luego en el cielo se dedica a volar como un pájaro, llevando sus sueños y los de las demás personas a hacerse realidad
Su personalidad alegre, divertida y un poco infantil fusionada con su pelo largo, ojos brillantes color miel y algunos aretes en sus orejas llenan el lugar donde se encuentre. Su vida pertenece al aire, lugar donde pasa la mayor parte del tiempo. En sus horas “laborales”, Luisito se dedica a dar clases y vuelos en San Félix, Antioquia, y en su tiempo libre se dedica simplemente a vivir, volar y disfrutar.
Este hombre de aspecto delgado y estatura promedio odia la vida de oficina y la rutina, el negativismo y la mala energía; ama la libertad, el cielo y el espíritu de los niños. A pesar de que su vida no ha sido la más fácil es un ejemplo a seguir, un paradigma en otro contexto de realidad, un alma joven y soñadora.
Luisito es una persona positiva, casi siempre se le ve con la energía de un joven y por eso luce un aspecto tan radiante. Es una persona con un gran carisma, que donde llega encanta el lugar como si proviniera de otro mundo, tal vez un duende: un duende del aire.

viernes, 15 de mayo de 2009

Otraparte: el eterno presente de Fernando González

Su espíritu se siente en todo el lugar, invadiéndolo de tranquilidad, armonía y metafísica. Cada objeto significa su presencia y su existir, cada libro parece hacerlo revivir y contar historias como cualquier abuelo de su época. El tiempo le conmemora corriendo más lento, como si le prohibiera envejecer o morir en la mente de quienes aún lo recuerdan; su casa permanece intacta, sólo basta con dejarse llevar por los recuerdos, imaginados por la percepción de los sentidos, para conocer al gran filosofo de Otraparte.

Fernando González Ochoa: escritor, político, abogado y filósofo colombiano, es más conocido como el filósofo de Otraparte. Nació en Envigado, en 1895 y murió en 1964 en la misma ciudad. Paisa de corazón, filósofo por pasión y rebelde con causa; influenciado por pensadores existencialistas como Schopenhauer y Sartre, pero sin perder nunca sus raíces en Carrasquilla. Su obra influyó notablemente en la creación de una nueva corriente ideológica llamada el nadaísmo. La Corporación Otraparte es la encargada de conservar su obra y memoria, es considerada patrimonio cultural del país y está ubicada en la que fue su casa durante sus últimos años de vida, logrando que el intelectual colombiano sea cada vez más recordado que olvidado en el baúl de los recuerdos de la mente. El Café de Otraparte se ubica detrás de la Casa Museo, en la casita que Fernando González utilizaba como biblioteca y para guardar sus herramientas.

Otraparte es el eterno presente. Una casa antigua, típica del campo antioqueño, permanece en medio del corazón de cemento de un municipio tan poblado como Envigado. Los carros de quienes no dejan morir a Fernando González se encuentran en el parqueadero de piedras grises y, reiteran que sus amigos lo visitan con frecuencia. La fachada de la casa está intacta. Las paredes de bahareque y los tonos tierra reciben al público ofreciéndole un corredor amplio, ventanales abiertos, aire fresco, un pequeño lago y algunas mesas dónde tomarse un café, conversar, leer o filosofar; pues la parte exterior del lugar es ahora un pequeño y tranquilo café bar, acompañado del compás de la naturaleza que mantiene vivo el espíritu del hogar.

En el atardecer de un lunes como cualquier otro, en medio del tráfico y la acelerada modernidad, Otraparte abre sus puertas al público: un segundo hogar, una salida hacia otra dimensión. No es un simple bar de viernes, es un lugar tan mágico que quienes lo frecuentan lo hacen cualquier día a cualquier hora, se convierte en una necesidad para el alma. El espíritu permanece: un hombre, mientras se dedica a mirar en su interior, observa detenidamente el lago con peces dorados que rompe la monotonía de la casa. Una pareja dialoga cerca de la cocina mientras se toma un café y unos amigos se divierten tomando cerveza en el corredor sin prestar mayor atención al lugar pero, sin darse cuenta, envueltos por el sentido de pertenencia y familiaridad que se respira en el hogar del filósofo colombiano.

Un poco más adentro se encuentra la cocina, abierta hacia el corredor, adecuada ahora para servir las bebidas que ofrece el bar. Seguramente el filósofo se sentiría feliz de prestar su hogar para servirle de anfitrión a quienes, más que sus clientes, son sus amigos, admiradores y lectores. Al corredor se une la gran biblioteca de Fernando González. Su amado salón de letras es un espacio único, un ambiente diferente, tal vez la parte más querida de la casa por quien fue su dueño hace 45 años; allí hasta las mesas del bar cambian su estilo para convertirse en sofás y mesas de madera que hacen mucho más ameno y característico el salón.

Cuando la magia de la noche envuelve el cielo del lunes, los visitantes de Otraparte empiezan a llegar con más frecuencia. Al cabo de una hora, el bar se encuentra con casi todas sus mesas ocupadas. La energía del filósofo se hace cada vez más fuerte en el ambiente, como si se alegrara por el espacio que le ha conservado la historia e hiciera todo lo posible por irradiarlo. Allí, la paz, la tranquilidad, el buen ambiente y la fraternidad se unen en armonía con la buena música para hacer de Otraparte un lugar único en la ciudad.

Los meseros visten delantal y boina roja, representando la personalidad bohemia de Fernando González y dándole un toque personal al café. Pero lo más característico del lugar es la carta de bebidas. Se puede confundir fácilmente con un libro o la biografía del filósofo, pues cada bebida tiene un nombre y una historia relacionados con su vida, sus anécdotas y sus escritos. La literatura abunda por doquier. Allí el público no se toma un café ópera o un brownie con helado; lo más probable es que pida un Tomás Carrasquilla, una Doña Gerúndula o tal vez al propio Fernando González como bebida principal.

El interior de la casa permanece abierto al igual que el bar. Ninguna puerta o pared impide conocer la vida transparente del filósofo colombiano. Su alma permanece en disposición al público; un olor a flores y a objetos que el tiempo ha añejado se levanta desde la parte trasera de la casa, recordando que lo material perece pero lo intangible perdura. La que posiblemente fue su sala o alcoba es ahora un pequeño salón de cine donde se presentan videos, se realizan conferencias y debates, y es considerado un espacio cultural importante de la ciudad. Una bicicleta antigua, una vieja máquina reproductora de video y varios recuerdos hechos materia decoran la casa ratificando la antigüedad del lugar, pues los baños, ubicados en la parte trasera, han sido modificados bastante acorde con la vanguardia y el diseño de interiores actual y puede pensarse que el lugar fue construido recientemente.

En Otraparte el único requisito es ser libre y relajarse. Un lugar donde no existe el tiempo ni es necesario ver para conocer, solo imaginar. Una droga inocua, una liberación del espíritu. El lugar perfecto para pasar una tarde agradable, leer, tomarse un café o estar con los amigos acompañado del gran filosofo de Otraparte, Fernando González Ochoa.

martes, 28 de abril de 2009

Corazón de Ciudad

Bajo el ardiente sol de mediodía y con un espíritu libre de prejuicios, nos dirigimos hacia el metro de Medellín esperando ser recibidos por vagones con sobrecupo en su sentido literal, ya que es indiferente la hora en la que sea utilizado el servicio. A pesar de esto, es la muestra de que la “cultura metro” existe y podemos querer y cuidar nuestra ciudad, pues el metro permanece impecable desde su construcción en 1995 aunque transporte miles de personas diarias. Asimismo, nos expone los diferentes contrastes sociales, estratos y culturas urbanas que existen hoy en día en la ciudad.

Nos bajamos en la estación Alpujarra, donde el verdadero Medellín nos abre los brazos. Las voces de nuestros ancestros recorren las calles y los escritores olvidados nos hacen recordar una ciudad antigua donde su labor de periodistas, abogados, escritores y poetas era fundamental, pero quienes ahora son considerados salvadores de obreros, campesinos y analfabetas que los emplean para culminar cualquier gestión. Su sueldo son unas cuantas monedas diarias, que reciben más por necesidad que por admiración. Luego de presenciar los restos del tiempo, nos dedicamos a continuar nuestro camino en búsqueda de esa magia llena de contrastes que alberga la ciudad.

De repente, el tiempo se da la vuelta y nos abruma un paisaje europeo del siglo pasado. La estación del ferrocarril de Antioquia nos recibe con una fuerte brisa y una agradable sombra que contrasta con el incandescente sol y el calor de la ciudad. El aire parece ser más puro, como si el lugar permaneciera estático en el tiempo y los efectos de la contaminación no hubieran llegado aún. De milagro, la publicidad conserva el modelo arquitectónico del lugar y los locales de negocios mantienen los colores adecuados. Ningún rojo, amarillo o naranja nos recuerda qué debemos consumir para ser felices. Parece que toda la vida hubiera sido ese lugar tranquilo, con mesitas de hierro forjado para sentarse a leer o conversar y una fuente armoniosa rodeada de flores rojas con el ferrocarril detrás. Es casi imposible imaginarse cómo hace ochenta años llegaban cientos de personas diarias a ese lugar, creando una analogía a lo que es ahora el metro de la ciudad.

El ferrocarril, construido en 1929 representó un avance muy grande para Antioquia, pues le permitió atravesar su topografía escarpada, sus altas montañas y comunicarse con otras partes del país. Sin que nadie se percatara, aparece don Elkin Álvarez, un Antioqueño conversador, extrovertido y humorista, con una sonrisa encantadora; quien como cualquier abuelo, nos cuenta varias de sus anécdotas en ese lugar. Tres fuertes arrugas en su frente y una piel templada hacen de Elkin el típico campesino paisa, pujante, serio pero con una amabilidad y calidez que muy pocas personas logran alcanzar.

Luego de volver al presente, el pasaje Carabobo nos ratifica que nos encontramos en la era del consumismo. Miles de objetos de diversas formas, colores y olores nos atacan a ambos lados del paisaje. Una venta sin escrúpulos nos ofrece flores plásticas, mp3, brassieres, la mayoría de juguetes plásticos existentes, mango biche y cobijas, por mencionar algunos. Los maniquíes con cirugías plásticas nos invitan a comprar ropa casi al precio de costo, con lo que en otro barrio se compraría a duras penas un par de medias.

Además, el pasaje está colmado de artistas callejeros. Nos topamos con mimos, payasos y malabaristas; con un hombre que, usando papel en la boca, realiza melodías impresionantes y que con una cultura abrumadora nos cuenta sobre su profesión, pidiéndonos amablemente cualquier colaboración. Más adelante, llega a nuestros oídos un contrapunto de guitarras y unas voces algo desafinadas con las que intenta sobrevivir este grupo musical que, a diferencia de Juanes o Shakira, con una ayuda voluntaria por parte de los espectadores le basta para comer y valorar lo que hace.

Generando un fuerte contraste, en Carabobo se encuentra la histórica plaza de Cisneros, vigilada por los edificios Vásquez y Carré. Llegamos a la feria del libro y el paisaje deja de ser barroco para tornarse algo clásico. Algunas estanterías blancas ofrecen obras que van desde los clásicos griegos hasta las más modernas que suelen ser de superación personal a un menor costo que el de las librerías habituales. Aunque la feria solo dura 4 días, es una muestra de la diversidad cultural de la ciudad y del esfuerzo para el incremento intelectual de la población Medellinense.

Poniéndose el sol, un oasis de tiempo en medio de la calle Bolívar hace que nuestra mente se devuelva hasta la juventud de nuestros abuelos. El salón Málaga nos abre las puertas al pasado con sus paredes de madera colmadas de recuerdos materiales, pero dos grandes televisores plasma rompen el hechizo del lugar y hacen que volvamos a la realidad. Este famoso bar de la ciudad se ha conservado por más de cincuenta años, lo que lo convierte en un orgullo ciudadano; allí se respira aire de tango, pero la especialidad gastronómica es el aguardiente. El público no suele tener menos de sesenta años, pero las meseras a duras penas alcanzan los treinta. En el mostrador se encuentra el dueño del salón, quien con una frase como “no sólo amo esta vida, sino que me hace llorar”, nos deja sin palabras. El, a su vez, es quien se encarga de poner la música del lugar y mantenerlo tan acogedor como lo es habitualmente. En la parte de atrás se encuentran las mesas de billar, y toda la parte del frente está ocupada con sillas y mesas de madera. Los cuadros, rockolas y discos son la decoración principal.

De forma mágica nos topamos con su hijo, don Cesar Arteaga, quien especialmente nos invita a presenciar una clase de tango que está a punto de comenzar en la parte baja del salón. La sensualidad del tango y la mirada envuelven el lugar, parejas colombianas pero con corazón argentino se desenvuelven como pez en el agua y entre cruzadas de piernas y bandoneones, el salón Málaga nos despide de nuestro recorrido con los brazos abiertos, seguros de que habrá una próxima ocasión o motivo para visitar el hermoso centro histórico de la ciudad de Medellín.

lunes, 13 de abril de 2009

Realidad de la Fama

Experiencia U

Todos los niños tienen sueños que trascienden la realidad, el tiempo y la capacidad económica. Algunos sueñan con ser poetas, futbolistas o astronautas y otros con ser profesores, médicos o músicos, estando como absoluta prioridad su felicidad y diversión.

Considero a los niños un paradigma que debemos seguir en las decisiones importantes de la vida como lo es la elección de una carrera. No obstante, muchas veces los colegios se encargan de infundir miedo en sus estudiantes, pues consideran que algunas carreras no tienen suficiente campo de acción, no tenemos aptitudes para ellas o, peor aún, el nivel académico es casi imposible y no nos quedará tiempo ni para respirar.

Pero es en esta nueva etapa donde realmente me doy cuenta que lo importante de la orientación profesional es ser feliz, pues al escoger una carrera que nos satisfaga le invertiremos el tiempo y la dedicación con amor y gusto. Asimismo, la universidad significa conocer nuevas personas, profesores y estar en un nuevo ambiente que, si bien es el que escogimos, me parece ideal.

Por mi parte considero que hice la elección correcta. La experiencia en EAFIT ha sido muy gratifícate, no sólo por todo el conocimiento que he adquirido estos pocos meses sino por lo profesores tan admirables que he tenido la oportunidad de conocer, pues son un gran ejemplo a seguir y fijan en mi vida metas muy altas que tendré que luchar por alcanzar. He podido darme cuenta que la universidad es algo muy diferente al colegio, lo cual no quiere decir que sea imposible, que los profesores sean demasiado estrictos o que las personas sean elitistas, de hecho son sólo famas y estereotipos creados sin sentido.

El ambiente en la universidad, además, es bastante tranquilo y diverso. Hay desde zonas verdes donde podemos relajarnos y tomar algo hasta una de las bibliotecas que sin duda es de las mejores dotadas en Antioquia. EAFIT siempre está a la vanguardia en tecnología, lo que nos permite mantenernos actualizados y poder utilizar sus servicios que tanto necesitamos para la realización de nuestras labores académicas, además considero que su nivel académico es excelente.

Todo esto es una experiencia que vale la pena vivir, ahora lo sé porque he tenido la oportunidad de vivirlo. Simplemente hay que dejase guiar por el corazón, no por los estereotipos y elegir lo que nos haga felices como si fuéramos niños nuevamente.

domingo, 12 de abril de 2009

Detrás del país de las maravillas

“Alicia en el país de las maravillas” es un famoso cuento infantil escrito por el inglés Lewis Carroll en 1865, y posteriormente adaptado al cine por The Walt Disney Company en 1951, siendo esta la versión más reconocida.
La historia es acerca de Alicia, una niña de clase alta inglesa, quien al estar escuchando su lección de historia ve a un extraño conejo blanco obsesionado por la hora y decide seguirlo hasta una madriguera. Alicia entra a un mundo lleno de seres y criaturas surrealistas de extraño actuar, donde no existe la lógica, pero decide continuar su aventura en busca del conejo por todo ese mágico lugar, viviendo experiencias e interactuando con estos extraños seres, para nada amigables, quienes finalmente la llevan hacia la reina de corazones, quien la juzga y la condena a muerte. En ese momento Alicia despierta y se da cuenta que todo fue un sueño.

Este infantil e inocente cuento está escrito en metáforas perfectamente redactadas, es a la vez una gran sátira hacia la monarquía Victoriana inglesa como se puede apreciar en muchos aspectos de la obra.
La reina Victoria tuvo el reinado más largo de todos los monarcas británicos, asimismo, éste se caracterizó por darse en la cúspide de la revolución industrial y por sus excéntricas medidas arbitrarias. Esta época, también llamada victoriana, generó en Inglaterra muchos cambios notables a nivel cultural, político, económico, industrial y científico.
La obra, vista desde el punto de vista de la arbitrariedad del reinado, tiene total sentido y se pueden descifrar las metáforas empleadas y el verdadero propósito del autor con respecto a ellas.

Alicia, al ser una niña bastante inocente, manifestaba su descontento con el mundo y con las reglas, con los mandatos y obedecer a medidas que, según ella, no tenían sentido alguno. Expresa además, su anhelo por un mundo “al revés”, donde las cosas no funcionaran técnicamente.
Esta filosofía representa una gran parte de la sociedad en la época victoriana que no estaba de acuerdo con las reglas impuestas, mas debía someterse a ellas.
Luego de seguir al conejo blanco, siempre con un reloj en la mano y obsesionado por la hora, quien simboliza la revolución industrial y una época basada en la exactitud y la técnica, Alicia entra al llamado país de las maravillas, el que sería el país de la monarquía como se puede ver más adelante en el cuento. En ese lugar hay un sinnúmero de criaturas siempre guiadas por una reina, donde actúan sin sentido, son incoherentes y absurdas, quienes humanizadas representan excéntricos personajes de la vida inglesa.
En este aspecto se encuentran personajes como el señor morsa: un fiel vasallo de la reina que vive del engaño al pueblo, en este caso, unas pequeñas ostras a quienes les miente para luego comérselas. Lo mismo sucede con su sirviente, el carpintero, a quien engaña también a la hora de comer. Es notable en este aspecto la diferencia de clases sociales y el abuso de poder por parte de la nobleza y aristocracia. Del mismo modo, las flores representan estas clases sociales, se ve claramente al despreciar a Alicia por no ser una flor igual de hermosa que ellas, tildarla de hierba y rechazarla.
Finalmente está la reina de corazones, cuyo parecido con la reina victoria es innegable. La arbitrariedad de sus decisiones es indiscutible cuando le hace a Alicia un juicio sin ningún motivo y concluye con la sentencia de cortarle la cabeza. Esta es la vil muestra del propósito del autor por hacer la crítica hacia este imperio y mostrar los personajes que se desenvolvían en este ámbito como lo eran los vasallos, clases sociales y sirvientes de la reina.

Lewis Carroll con su obra, no sólo muestra esta sátira sino que además es seguidor de varias corrientes filosóficas y precursor de muchas otras, que de igual forma quedan plasmadas con su cuento aparentemente infantil.

Alicia nació a la par del existencialismo, corriente cuyo postulado fundamental es que son los seres humanos, en forma individual, los que crean el significado y la esencia de sus vidas. Se basa en las verdades individuales, destaca la libertad y la temporalidad del hombre, de su existencia en el mundo más que de su supuesta esencia profunda. El cuento tiene aspectos bastante influenciados por dicha corriente, en especial la crisis de identidad que sufre Alicia en su conversación con la oruga, donde luego de haber cambiado varias veces de tamaño, y de diferentes diálogos, se plantea preguntas acerca de su existencia, su razón de ser y su desconocimiento de ella misma, además de la obra estar variando constantemente el concepto de temporalidad.
Profundizando un poco más, la obra no se queda en el existencialismo; son secuelas de éste lo que posee. El cuento, a su vez, parece adelantarse varios años: se abre pasos por los nuevos horizontes de la filosofía y se convierte en precursora de corrientes como lo son el dadaísmo y el surrealismo, las cuales se apoyan en la fantasía, la incoherencia, y la poca inversión de la lógica.
La obra apunta a estas corrientes en diversos momentos, y es innegable su posterior influencia en ellas.
Alicia interactuó con personajes fantásticos y totalmente absurdos, como una chapa poeta, quien creía que nada es imposible; un gato a rayas sin conciencia alguna de espacio tiempo, desubicado y burlón; un sombrerero loco y una liebre quienes celebraban el hecho de no estar cumpliendo años; un pájaro que se secaba para luego mojarse de nuevo; un par de gemelos de un actuar bastante peculiar; un pájaro, para quien la lógica y lo normal era todo lo contrario al mundo real, entre otros personajes del mismo prototipo.

Lo interesante de la obra es cómo un siglo después, cobra absoluta vigencia con la aparición de un nuevo movimiento llamado “el absurdismo”. Este movimiento plantea lo absurdo como forma de acuerdo ante la sociedad, tiene como filosofía que el universo es inexplicable, y por eso recurren a la fantasía, el sueño y la pesadilla. Utilizan temas sin significado alguno, incoherentes y que cuestionan a la sociedad y al hombre a través del humor y la mitificación. “la vida es inherentemente absurda y tal es su sentido”. Alicia es, por lo tanto, una obra “absurda” y estos enfoques parecen describir la obra casi en su totalidad.

A la par de estas metáforas y filosofías, el cuento está dirigido precisamente hacia una audiencia infantil, que no necesita recurrir a un profundo análisis para disfrutar de la magia y lo irreal, pues todos los niños son artífices de sus propios mundos, donde sus sueños se hacen realidad y conciben el tiempo y la vida de manera muy distinta a los adultos.
Por lo tanto, “Alicia en el país de las maravillas” es una obra multifacética que puede encantar a niños y adultos, colmada de metáforas, precursora de corrientes filosóficas y de un gran contenido literario que sin importar el paso del tiempo, seguirá vigente de generación en generación.